REDEFINING OURSELVES
- Lucía Sobrado
- 17 oct 2022
- 3 Min. de lectura
A veces la vida es dura. Encontrar un sitio donde te sientes pertenecido y querido no esfácil. A veces no son las personas, sino las personas. Personas que te hacen feliz y tequieren.
El día que cumplí los 17 años me embarqué a una de las mayores aventuras de mi vida, pues había ganado una beca para hacer un short course de Colegios del Mundo Unido (UWC) en Imst, un pueblo de la región austríaca del Tyrol, en los Alpes sobre igualdad y justicia, (Re)defining Equality. Me despedí de mis padres en el aeropuerto y empecé mi viaje. Desde Santiago de Compostela me fui a Madrid, donde conocí a Vera, otra de las españolas becadas. Juntas hicimos escala en Frankfurt y en Viena, hasta llegar a nuestro destino final, Innsbruck. Allí nos vinieron a recoger y nos dirigimos en coche al pueblo, que se encontraba a una hora.
Al llegar, me dirigí a mi habitación, en la que estaba con Patris y Ramona, dos chicas de Albania e Italia, respectivamente. Con ellas tuve mucha suerte, porque desde el primer momento nos llevábamos genial. Nos despertábamos juntas y nos quedábamos hasta tarde hablando sobre la vida.
El curso era muy intenso, pero estaba genial. Normalmente desayunábamos a las 8:30h y a las 9:00h empezaba la sesión. Cada día estaba orientado a un tema diferente. Las sesiones se dividían en una parte conceptual, de actividades y de puesta en común. Eran muy interesantes, ya que todos los temas me apasionaban, pero también porque escuchar a los demás era increíble. ¿Cómo era posible que en una misma habitación viviéramos realidadestan diferentes? En total éramos 34 participantes, de 20 nacionalidades distintas, en las que se incluía Australia, Chipre, Líbano, Armenia, Turquía, Italia, Alemania, Reino Unido, Hungría, Irán, Siria, Albania, Grecia...
No obstante, pienso que las conversaciones que teníamos en privado sobre nuestro pasado,nuestras experiencias o nuestras inquietudes eran tan importantes como aquellas en las quehablábamos sobre cambio climático, comunidad LGTBQ+, racismo, género y sexualidad, discapacidad, equidad, dinero, poder, identidad o interseccionalidad. Creo que siempre me acordaré de aquella vez en la que estábamos unos cuantos sentados en círculo y los participantes del Líbano nos contaron cómo habían sobrevivido a una explosión. Son cosas que te marcan y te hacen darte cuenta de lo afortunada que eres al no tener que vivir con un miedo tan palpitante a morir.
Además de las sesiones, hicimos salidas al pueblo y excursiones por las montañas. El paisaje era hermoso, como si lo hubieran sacado de un cuento. Uno de los días incluso subimos en un teleférico y bajamos la montaña en rollercoaster, lo cual fue muy divertido. También tuvimos la oportunidad de hablar con los locales y asistir a talleres de servicio comunitario en la zona.
Por las noches, hacíamos actividades relacionadas con el tema a tratar, como debates o juegos. Un día hicimos una actividad llamada "laberinto" en la que se te planteaban preguntas acerca de ti y de tu vida, en la que estuve 3 horas y media. Sinceramente, me marcó mucho. Me hizo pensar mucho sobre mí misma y sentirme más cerca de mis pensamientos, dejando salir mis emociones. Todos salimos llorando, pero con un peso menos en nuestras vidas. Otra noche celebramos un evento cultural, en el que nos vestíamos con los trajes tradiciones, comíamos comida de cada país y bailábamos, fue espectacular. La última noche, hicimos el juego de las islas, en el que una persona se acercaba a tu isla y te hablaba sin que tú pudieras responderle, por lo que lo único que podías hacer era llorar. Fue muy emotivo y creo que hacía mucho que no me sentía tan querida.
Siento que esta experiencia me hizo crecer en todos los sentidos, no solo me aportó independencia y madurez, sino también mucha seguridad y confianza en mí misma, pues al fin había encontrado una comunidad a la que sentirme pertenecida. No suele ser fácil para mí encontrar a gente con la que tengo tanto en común y con la que puedo simpatizar tanto, no solo en intereses sino también en valores. Me hizo sentirme acompañada y comprendida.
Somos muy similares, pero también muy diferentes. Nuestras rarezas son las que nos unen.
Tan grande fue el cambio que sentí y lo empoderada que volví que el primer día que llegué a casa, fui a la peluquería a cortarme el pelo, muy muy muy corto. Salí llorando. Nunca me había sentido tan yo. Necesitaba exteriorizar el cambio que sentía en el interior.
Creo que la finalidad del curso era más bien redefinirnos a nosotros mismos.

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